miércoles, 5 de junio de 2013

La herencia

Por lo general, tenía planeado esperarme un buen rato para tener hijos, y es que de verdad sabía el costo emocional , de tiempo y económico que esto conlleva, no me equivoqué.
En parte también tenía miedo,
miedo a no ser una "buena mamá", miedo a regarla, a decirle un día algo que no pueda remediar, que no le enseñe algo tan importante que no pueda impulsarse a la vida.

Una de las herencias que anhelo dejar bien incrustada en su corazón es en creer en lo que ella elija, no por tradicionalismo, ni por imposición, sino por elección, que ella quiera tener una comunión con Dios.
Cuidar de su planeta, esa tierra que la vió nacer y que la alimenta, ella tendrá el deber de protegerla, no como "su propiedad" sino como parte de ella.

Crear, en todo aspecto, desde artes plásticas hasta música, hacerle saber que un ser humano no está completo sin la imaginación de soñar con mundos paralelos llenos de color y sonido.

Disfrutar de los libros, perderse dentro de ese olor a hoja vieja, transportarse, sentir la piel del personaje, diseñar la mirada y los gestos que hacen cada uno de ellos.

Expresarse, si tiene ganas de reír, llorar gritar, patalear, que lo haga pero que no se quede nada dentro.

Cuidar su cuerpo, por salud y más que nada por respeto, comer saludable, delicioso y sin reservas , disfrutar de sabores, olores y texturas.

Saberse hermosa, única, inigualable como todos los demás, respeto, tolerancia a todo aquello que aunque diferente y tal vez no lo comprenda conocerá.

Pero sobre todo, quiero enseñarle a disfrutar cada vez que abre los ojos al despertar, oler la mañana, escuchar con atención y saber que tiene una misión que aún no concluye: VIVIR.

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